30 de septiembre 2021

 Hace mucho tiempo que no escribo de manera pública, todo lo he guardado en borradores. Pero ya no más, algo me dice que tienes conociminento de este blog, esa intuición que pocas veces me ha fallado. 

Y es por eso, que te escribiré por aquí, te mantendré al tanto de mi vida por aquí. Mis desahogos los sabrás, mis penas las sabrás, quizás mis momentos más felices los sabrás. 

Habían pasado dos meses desde la última vez que nos habíamos visto, dos putos meses que se me hicieron eternos, que lloré a diario, que grité desesperada encerrada en el auto para ver si mi angustia y frustración cesaban. Nada me ayudaba... NADA. No conseguía paz, ni un poquito... Hasta que te vi caminar hacia mi con mi casco, una bolsa de tela y un sobre que contenía mis cartas. 

En el momento que te detuviste frente a mi y revolviste las cartas y sacaste un pedazo de papel de una de ellas supe que seguían siendo importantes para ti y para mi. Supe, que si seguía el consejo de botarlas a la basura frente a ti te iba a doler y eso quería... Quería que te doliera aunque fuese un poquito como me había dolido todo lo que me habías hecho. 

Nunca pensé que me ibas a recibir con ese beso en la frente, nunca pensé que te ibas a disculpar por haberme tratado como si fuese lo más despreciable de este mundo. Mi mente explotó más aún cuando vi que destrozabas cada carta frente a mi por enojo, por impulsividad. Yo las iba a recuperar después. Siempre fue ese el plan.

No bien te fuiste de ese lugar lloré y me arrepentí de haber tenido esa reacción tan no mía. Me arrepentí de inmediato de haber botado lo más preciado que tenía de ti en ese momento y lo siento, lo siento tanto. 

Luego de que fui a dejar a la Ari a su casa y te vi sentado en la banca de la plaza arreglandolas mi corazón se rompió aún más, lo siento mucho amor... de verdad no quería que llegaramos a ese punto. Luego, nos quedamos en el auto intentando arreglarlas entre los dos y me dolía hasta el más mínimo músculo porque sabía que no tendría que haber pasado esa situación.

Me he equivocado mucho yo también, sé que estuvo mal hablarle a mi gente de nuestros problemas pero estaba desesperada, contigo no podía hablar, entonces tenía que ver como solucionarlo de alguna otra manera. 

Mi mente daba vueltas, no sabía qué estaba pasando. De un momento a otro nos encontrábamos en medio de un fuego ardiente en el asiento de atrás de mi auto. ¿Qué estaba pasando? 

Esa es nuestra dinámica, y es tóxica a morir. Peleamos, nos herimos y luego nos arreglamos a besos y caricias. No quiero seguir así, no quería seguir así. Y ahí estábamos... terminando en una pieza de motel de mala muerte amándonos con todas las ganas, sacándonos todas las penas de encima. 

Luego de eso, volví a sentirme en paz. Fue como si me hubiesen sacado del agua en el que me estaba ahogando lentamente.

Y después ... PAF ... otra vez, la mañana siguiente, te volviste a enfriar, nos volvimos a enfriar. 

Te rogué que me devolvieras las cartas que querías quemar, lloré hasta el ahogo y me las devolviste. 

Confirmándo una vez más que nuestra dinámica no nos hacía bien. 

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