07 de Octubre
Hoy desperté de un sueño, estábamos los dos sobre tu moto en la carretera. Riéndonos y yo sintiéndome en la cima del mundo, viendo tu reflejo en el retrovisor y deseando que ese viaje nunca acabara. Me tomaste de la mano, la pusiste sobre el manillar de la moto, logrando que mi pecho se posara levemente en tu espalda. No me quería ir de ahí, no quería que me soltaras. Mi sueño ha sido que me enseñes a andar en moto, sabías? No un curso, no un tercero... tú. Pero ese día nunca llegó.
En el sueño, llegábamos a una pequeña cabaña en el medio de la nada y Max estaba ahí moviendo su cola, saltándole a la moto al momento que llegábamos. Esa cabaña la reconozco, es la de Vilches... pero la que nunca se terminó de construir, la habíamos terminado nosotros para ir los fines de semana a descansar.
Nos bajábamos de tu moto, entrábamos a la cabaña y te ponías a cocinar... Cómo me gusta como cocinas, como me gustaba ver como disfrutabas estar ahí preparandome comidita porque sabes que no es lo que más me gusta hacer.
Y luego desperté, era solo un sueño. Y lloré... volví a extrañarte y odiar todo lo que está pasando. Me acerqué a tu camisa, esa que me devolviste... pero le falta tu olor, no lo tiene... Ya no estás.
Parezco una tonta, me pican las manos por querer escribirte, pero recuerdo el pacto que hicimos... Lo rompo una vez más para darte a conocer este blog, porque quiero sercionarme de que sepas a distancia que aún pienso en ti, que no te he dejado de amar.
Que si bien estamos distanciados, quiero lo mejor para ti, quiero que mejores... que seas tu versión más bonita.
Me dijiste que necesitabas mi mano para poder avanzar, motivarte. Espero de corazón, que estos textos que estaré dejando te impulsen. Quizás no sea todos los días, quizás no sea lo que esperas, lo que necesitas o lo que quieres. Pero es la solución que logro idear para bajar mi ansiedad, querer bajar la tuya y amarte a distancia y en silencio mientras los dos sanamos eso que callamos.
