16 Oct

 Intento desconectarme, cambiar de aire, pensar en otras cosas y aún así me es imposible dejar de pensarte. Me es imposible no extrañarte ni dejar de querer que me hubieras acompañado en este viaje. Total, siempre lo quise hacer contigo. Mi vuelta a estas tierras siempre la soñé a tu lado dándome la mano. Pero hoy no estás a mi lado. 

Estoy sentada frente al mar, muerta de frío viendo el horizonte que es de nunca acabar. Estoy sola sintiendo la brisa tocar mi cara y hacer mi pelo volar. 

Mi estado emocional es inestable, estoy entre la nostalgia y la pena, tranquilidad y desesperación. 

Anoche leía un escrito, era tu descripción pero escrita por un tercero, qué certero era. Y aunque con gente estaba, tuve que ir a la pieza a tomar un respiro para no quebrarme frente a ellos. 

Luego, a la noche devolverme a la cama que quería compartir contigo se me hizo extraño. Me faltó ese abrazo, me faltó ese cafuné. 

Vivo pegada en nosotros, en lo que hubiese sido si las cosas se hubiesen hecho bien desde el principio. Si nuestras inseguridades se hubiesen conversado a tiempo y los límites se hubieran dibujado. Sigo estancada en la idealización que tengo de ti, que a mi parecer no es tan errónea porque mucho tiempo demostraste ser el hombre que tanto había esperado. 

Faltó más confianza de parte de ambos.

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