El hombre perfectamente imperfecto.

Seguramente ya te habrás dado cuenta de que soy un as en meter la pata, que la mayor parte del tiempo digo las cosas en momentos inadecuados o que suelo ser egoísta con lo que siento. La verdad, es que la mayor parte del tiempo hablo sin pensar en el efecto que causará a los que me rodean, ese es uno de mis mayores defectos y que no me canso de intentar arreglarlo. Me caigo una y otra y otra vez en lo mismo, y va en serio cuando te digo que me mata por dentro no avanzar de manera significante cuando se trata de ese vicio que tengo de hablar sin medir las palabras y me arrepiento enseguida cuando me doy cuenta del error que he cometido, aunque debo aceptar que no siempre soy lo suficientemente humilde para aceptar mi equivocación. 
Antes de conocerte, me hice una promesa: no dejar mis sueños ni mi vida ni mis metas por nadie más. Pretendiendo que con esa promesa pudiera pensar y decidir por mi sin importar los demás. Ya estaba cansada de vivir la vida de otra persona, escuchar lo que debía hacer y lo que no de acuerdo a mis papás, aburrida de entregar todo siempre y no recibir ni un gracias. 
Antes de conocerte, me repetí a mi misma que no debía caer de nuevo en los mismos errores que había cometido anteriormente, que debía aprender de ellos y me autoconvencí de no dejar entrar a nadie más en mis pensamientos y emociones. Que iba a vivir por mi y ser una egoísta con ganas de pasarla bien y experimentar cosas nuevas sin importar la repercusión que causarían mis acciones en terceros. Me prometí intentar salir de mi zona de confort y no sentir nada por nadie. 
Todo iba como lo había planeado hasta que te conocí y decidí viajar a Iquique por segunda vez.
Recuerdo estar sentada en las bancas del hotel mirando hacia el mar preguntándome a mi misma qué es lo que estaba haciendo, qué es lo que esperaba de lo que estaba viviendo y qué era lo que quería. Solo una respuesta respondía a todas esas preguntas: No sé. Y no sabía, tenía una constante lucha conmigo misma por que no quería sentir nada por ti, solo quería disfrutar y dejarme querer. Quería sentirme libre y descomplicada. 
Una de las razones por la cual nunca te presioné para nada es porque estaba paralelamente descifrando lo que quería y me sentía culpable porque veía como te esforzabas conmigo y yo no estaba clara en absolutamente nada hasta que sentí celos por primera vez al enterarme que tu ex volvía a aparecer. Esos celos hicieron que me diera cuenta de lo que estaba sintiendo y me obligaron a ceder en esa lucha que tenía en mi mente. 
Luego de eso, el pánico entró en mi. 
Y me desahogué contigo en ese restaurante donde comí el mejor ceviche de mi vida, con la mejor compañía que podía tener y una vista hermosa en una de las ciudades más lindas que he estado en toda mi vida. Nada podía ser más perfecto. 
Ahora te estarás preguntando ¿y por qué me viene a contar esto ahora? 
Porque me estoy rindiendo, no puedo seguir manteniendo mi promesa teníendote a mi lado. No puedo seguir siendo una mujer egoísta y medir lo que entrego cuando tengo al hombre imperfectamente perfecto a mi lado. Viniste a sabotear mi plan perfecto donde podía ser una persona distinta a la que soy y también desordenaste mi vida por completo.
Eres la combinación perfecta de mis miedos y mis deseos. Eres la imagen perfecta de lo opuesto a lo que he conocido y eso te lo he dicho mil veces; no estoy acostumbrada a tener a alguien como tu a mi lado y cuesta creerlo. 
Me has enseñado que se puede tener una relación a distancia, que aún hay hombres honestos, que saben escuchar y saben apoyar a la pareja. 
Tengo que confesar que desde que acepté dar otro paso he estado a la defensiva, las cosas lindas en mi vida nunca duran mucho tiempo y no ha habido vez en la que no he salido herida.
Y la verdad, que no fue hasta que salió el tema de misiones de paz, que me di cuenta de lo que podía llegar a perder por rendirme antes de tiempo, de lo mucho que estás dispuesto a dar por mi y lo tonta que fui al poner el parche antes de la herida.
Quiero que sepas que nunca he querido desilusionarte ni herirte. Nunca lo he hecho intencionalmente y sé que ha pasado un par de veces ya. Eres lo más lindo que tengo en este minuto Al y me asusta el más mínimo pensamiento de ya no tenerte en mi vida.
Nunca pensé que llegaríamos a esto, a ser el equipo que somos y me intimida lo bien que va todo a pesar de la distancia.
Te convertiste en mi mejor amigo, mi compañero, mi confidente y mi pilar. Me has demostrado que eres todo lo que he querido.
Te echo de menos diariamente cuando no te veo y cuando te veo no puede ser más perfecto.
Me ayudas a ser mejor persona, a darme cuenta cuando estoy equivocada y a salir adelante cuando me siento mal. 
Quiero ser lo mismo para ti todo el tiempo que me lo permitas. 

Entradas populares de este blog

12 de Febrero

Tú vienes Cuando Menos te necesito, te vas cuando estoy dispuesta a no perderte más.

23 de febrero