Es difícil decir adiós, sobre todo cuando se ha logrado crear un lazo indescriptible entre uno mismo y ese ser.
A veces, complica la simple razón de no querer aceptar que lo más sano es despedirse, alejarse o solo callar.
Toda la vida he sido de las personas que no se aferran a las personas fácilmente, he estado acostumbrada al constante movimiento de ellas. Vienen y van como se les antoja, hablan y dejan de hablar cuando se aburren. Pero contigo, algo fue diferente.
Todo fue distinto hasta que me di cuenta de que era solo un juego. Una simple manera de sentirte atendido.
Por más que quisiera que estés en mi vida por más tiempo, me mata la idea de que estés conmigo y con otras a la vez. Por más egoísta que suene de mi parte, no te quiero compartir con nadie. Quisiera que pudieses estar satisfecho conmigo y con nadie más. Me encantaría llenar todos los espacios vacíos de tu vida. Pero no me dejas y no voy a ser la tonta que se queda esperando una eternidad hasta que te decidas.
Por eso, he decidido decir adiós por más difícil que se me haga. Por más pena que sienta. Este adiós es lo mejor para mi.