Relaciones tóxicas


¿Alguna vez te has sentido realmente solo?

Hace mucho que no se me pasaba por la mente la idea de quitarme la vida, no sé qué pasó pero lo he vuelto a pensar. Me siento realmente sola.

Si bien estoy rodeada de gente que ofrece su ayuda, no me es suficiente, me cuesta confiar.

Mis sueños me han regresado a momentos que quería olvidar, situaciones que fueron pesadillas hechas realidad.

He llegado a pensar que a las únicas personas que mi muerte afectaría sería a mi familia, que a nadie más le importaría. Pero mi núcleo familiar es importante para mi y por esa razón no he cometido el cobarde acto de terminar con mi vida.

¿Has pasado por alguna relación abusiva?

Yo si. Claro que en el minuto no me daba cuenta, pero ahora que todo eso pasó lo puedo ver en retrospectiva. Mi relación comenzó muy bien, más que bien para lo que yo estaba acostumbrada.

Era atento, me escuchaba, me consentía, teníamos una química incomparable. Los primeros años fueron los mejores, pero a medida que el tiempo avanzaba nosotros cambiábamos a una velocidad indescriptible.

Me proyectaba con él, mucho más de lo que debía llegar a proyectarme con alguien así.

Los cambios comenzaron de a poco, con detalles que para mí eran importantes. Ya no me quería dar la mano en público, corregía mi manera de hablar casi todo el tiempo, me tomaba las manos para que dejara de hacer ademanes al conversar.

Me llamaba loca, tacaña, celosa, rollenta, chillona. Llegaba a decirme que hablaba mucho y que me callara. Ya no era el mismo. Cuando él la embarraba dejándome plantada o cambiándome los planes a último minuto lograba hacer que la culpa fuese mía diciéndome que era una exagerada y que no era tan terrible un cambio de planes.

Lo peor no era eso.

Las veces que nos juntábamos con sus amigos y nos emborrachábamos, él sentía el poder de hacer lo que quisiese conmigo, a tal punto que me daba asco. Mi shock me posicionaba en una situación en la que no podía decir nada, ni moverme.

Recuerdo como la mayoría de las veces que eso pasaba lágrimas caían de mis ojos sobre mis mejillas y él se enojaba porque lo que me hacía "era rico".

Por más que intentara, mi cuerpo no tenía la fuerza suficiente para sacarlo de encima, así que me acostumbré a esa situación. Con el paso del tiempo nunca me di cuenta de que eso estaba mal, solo me dejaba tocar, me dejaba ser besada. Aunque pareciese una muñeca de trapo, cada vez que concluía esa pesadilla, terminaba sintiéndome asqueada de mi misma. Lloraba sola por miedo a que su reacción fuese negativa. Me dolía el cuerpo, me dolía hasta por dentro.

Yo no me quería ningún poquito en ese minuto. Lo amaba y quería complacerlo en todo. Estaba ciega y no veía el daño que me estaba haciendo.

Ahora puedo ver el mal que me hizo con su abuso verbal y sexual. A veces quiero creer que no se daba cuenta, que lo hacía por impulsivo e inmaduro.

El día que finalizó todo me sentí devastada, perdida, no sabía qué iba a hacer sin él. Sobre todo después de tantos años juntos.

¿Lo más chistoso? Fue él quien decidió marcharse.

¿Sus razones? Se sentía "atacado", creía que todo lo que le decía era porque "solo veía lo negativo en él", que ya no lo "apoyaba en nada".

Pues claro. ¿Qué más quería? Meses antes conversé esto con una amiga y me dio a entender que me estaba dejando pasar a llevar. Que no era feliz, que merecía algo mejor, a alguien mejor.

El día que decidí hablar con él, le dije eso mismo, textual. Obviamente no le cayó bien y salió llorando diciéndome que "él daba lo mejor de él". Y puede que si, en algunos momentos. No niego que igual tenía atenciones que me gustaban harto.

Pero de a poco me di cuenta de cómo me manipulaba, el amor por mí crecía y el que sentía hacía el desvanecía lentamente. Y así fue como todo se fue a pique.

Dejé de preocuparme por él, de hacer lo que él quería que yo hiciera y me propuse a salir del hoyo en el que estaba.

Me molestaba tener que recordarle siempre todo, como si fuese su mamá. También que fuese flojo, que se dejara estar. Que pasara a llevar mis sentimientos, que cuando se los decía me trataba de loca y exagerada. Eso era lo que más me dolía; no sentirme escuchada.

Y se terminó aburriendo de no tener una marioneta que hiciera lo que él quería. Por eso se fue y me dejó libre.

El tema ahora en mi está que aunque lo he superado de a poco, estos recuerdos siguen llegando a mi mente. Sigo teniendo pesadillas sobre esto y me frenan.

Me reprimen mis ganas de volver a darme una oportunidad para amar. Me coartan la libertad de decir lo que siento en cualquier minuto. Tengo que pensar dos veces antes de actuar y de hablar.

Si alguna vez has pasado por alguna relación así de tóxica, entenderás lo difícil que es superarlas.

Espero poder hacerlo en algún minuto.

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