El hombre perfectamente imperfecto.
Seguramente ya te habrás dado cuenta de que soy un as en meter la pata, que la mayor parte del tiempo digo las cosas en momentos inadecuados o que suelo ser egoísta con lo que siento. La verdad, es que la mayor parte del tiempo hablo sin pensar en el efecto que causará a los que me rodean, ese es uno de mis mayores defectos y que no me canso de intentar arreglarlo. Me caigo una y otra y otra vez en lo mismo, y va en serio cuando te digo que me mata por dentro no avanzar de manera significante cuando se trata de ese vicio que tengo de hablar sin medir las palabras y me arrepiento enseguida cuando me doy cuenta del error que he cometido, aunque debo aceptar que no siempre soy lo suficientemente humilde para aceptar mi equivocación. Antes de conocerte, me hice una promesa: no dejar mis sueños ni mi vida ni mis metas por nadie más. Pretendiendo que con esa promesa pudiera pensar y decidir por mi sin importar los demás. Ya estaba cansada de vivir la vida de otra persona, escuchar lo que